viernes, 4 de mayo de 2012

Misterio


- ¿Quién eres? preguntó.

- Un amigo, contestó el hombre.

Con voz muy molesta la mujer gruñó al teléfono "Mis amigos tienen nombre"

Digamos que me llamo Antonio, respondió esa varonil voz.

Antonietta colgó.

Durante la tarde el teléfono continuó repicando, aparecía ese número desconocido del que la habían llamado.  Demasiados problemas tenía ella como para, además, tener que soportar a un bromista telefónico. En un momento Antonietta entendió que la única manera de acabar con ese tema era enfrentarlo y atendió la llamada de Antonio.

Nuevamente preguntó ¿Quién eres?, la molestia de Antonietta no estaba para soportar bromas. "Soy tu amigo Antonio", respondió el hombre. "¿Qué quieres? " preguntó a quemarropa ella. Con voz dulce él contestó "Quiero que te calmes".  No me calmo nada chico, ya sé de dónde estás llamando y no, no quiero calmarme, no voy a calmarme. Lo que quiero es resolver mi problema, hasta que no se arregle no dejo de protestar y reclamar por donde sea.  Antonietta disparó las palabras como una ráfaga de ametralladora, tenía la voz acelerada, el rostro enrojecido.  El hombre, manteniendo la calma le dice que la ha llamado para ayudarla, para que resuelva su problema.  No pretende en ningún modo pedirle que deje de hacer su reclamo, se atrevió a llamarla sólo para resolver su caso. 

Antonieta respiró profundo y comenzó a escuchar a este "Antonio" narrarle los procesos administrativos, ella hacía preguntas, reformulaba planteamientos a ver si captaba algo. Pero no lograba determinar cuál era el departamento donde trabajaba este hombre, ni por qué la había llamado.  La descripción técnica que hacía la voz era totalmente consistente con la información que ella poseía. Algo tenía esa voz que la fue calmando...

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