viernes, 3 de junio de 2011

Alimento de Dioses

Al mago del Chocolate

Era una noche de esas, en que Morfeo -malcriado como él solo sabe serlo- se escapó dando un portazo dejándola a merced del insomnio.  Al frente, esa caja de vidrio -aunque ahora sea de LSD- era la única compañía que le garantizaría dormirse, los libros la desvelan y ha desarrollado miedo a las ovejas.  Comenzó a saltarse de un canal en otro, en un rito hipnótico para invocar al hijo de Hipnos y Nix, cuando se topó de frente con un canal de cocina. Ella, que quema el agua hervida, pensó "Ahora sí me duermo, viendo a alguien cocinar"

Nadie sabe hacia dónde va, hasta que no llega. De pronto aparece un joven en la pantalla, con un dulce acento mexicano, tan dulce como las sorpresas que prepararía con ese fruto ancestral que Mayas, Olmecas y Aztecas usaron como bebida sagrada y moneda.  Transformó la preciosa nuez que las canciones de mi tierra Caribe alaban en sus versos.

Tendió el terso marrón del chocolate y, como un maestro de artes marciales fue, poco a poco temperándolo con gracia, así ya no parecía comida aburrida, era ver un proceso alquímico delante de sus ojos.  Morfeo, escapado, se reía de su desvelo detrás del limonero del patio.  Y cuando cree que el chocolate está listo, observa al mago acercarse y darle un beso, tan hermoso, tan perfecto que, de pronto, se escapó un suspiro de sus labios. El chocolate cae rendido a sus besos y ella fascinada de mirar a este mago del cacao haciendo conjuros en los fogones y alimentando a los dioses.


No hay comentarios:

Publicar un comentario