¿Te aprendiste el conjuro? Y muy obediente repetí que si, lo se de memoria: conjuro, símbolos, escoba, un, dos, tres y a volar. Se supone que en Semana Santa no debo practicarlo, que el hechizo de invisibilidad no funciona y por nada del mundo debo andar en la vida cotidianda repitiendo mentalmente las frases que me dio mi maestra. Pero una cosa piensa la bruja y otra la aprendiz en tacones.
Estoy decidida a aprender, en serio, ese conjuro. Es muy complicado. Lo he escrito, aunque se que no estoy autorizada, y lo he quemado (tampoco debia quemarlo sin supervisión, salieron destellos extraños y el pobre Azrael se asustó, pero la idea no es matar al gato, tan solo reprenderlo). Lo repito hacia adelante y hacia atrás, usualmente sentada, recordando lo que dijeron en clase. Más en ese afán de perfección que tengo, se me vino a la mente la idea de repetir el conjuro al vestirme.
Y todo iba muy bien, parecían temas de bruja vieja eso de no repetir las palabras mágicas mientras hago otra cosa -total, sin escoba no debe funcionar- vestirse diciendo el conjuro, maquillarme pensando los símbolos, y cuando ya estaba lista para salir: vestido amarillo, pequeño moño, maquillaje natural -sí, da trabajo, mas que aprender a volar- y tacones color crema, se me ocurre hacer la magia completa, repito las palabras, trazo los simbolos. Me siento realizada, por fin me salió perfecto. Doy uno, dos, tres pasos y de pronto zaaaaaaaaaaaaas siento que levito hacia atrás como en The Matrix, un instante en el aire y luego suelo. ¡Pum! Aaaaaaaay un grito de dolor retumba en toda la casa... retorcida en el piso no se me ocurre ni un hechizo de sanación, ni un color ni nada.
Escucho pasos que se acercan. Esto es una eternidad. Me rompi la espalda y mañana me llevan al consejo de bruja por loca. Luego, siento las manos cálidas de mi madre sobre mi piel, y me susurra: El hechizo para tacones voladores es otro!
Estoy decidida a aprender, en serio, ese conjuro. Es muy complicado. Lo he escrito, aunque se que no estoy autorizada, y lo he quemado (tampoco debia quemarlo sin supervisión, salieron destellos extraños y el pobre Azrael se asustó, pero la idea no es matar al gato, tan solo reprenderlo). Lo repito hacia adelante y hacia atrás, usualmente sentada, recordando lo que dijeron en clase. Más en ese afán de perfección que tengo, se me vino a la mente la idea de repetir el conjuro al vestirme.
Y todo iba muy bien, parecían temas de bruja vieja eso de no repetir las palabras mágicas mientras hago otra cosa -total, sin escoba no debe funcionar- vestirse diciendo el conjuro, maquillarme pensando los símbolos, y cuando ya estaba lista para salir: vestido amarillo, pequeño moño, maquillaje natural -sí, da trabajo, mas que aprender a volar- y tacones color crema, se me ocurre hacer la magia completa, repito las palabras, trazo los simbolos. Me siento realizada, por fin me salió perfecto. Doy uno, dos, tres pasos y de pronto zaaaaaaaaaaaaas siento que levito hacia atrás como en The Matrix, un instante en el aire y luego suelo. ¡Pum! Aaaaaaaay un grito de dolor retumba en toda la casa... retorcida en el piso no se me ocurre ni un hechizo de sanación, ni un color ni nada.
Escucho pasos que se acercan. Esto es una eternidad. Me rompi la espalda y mañana me llevan al consejo de bruja por loca. Luego, siento las manos cálidas de mi madre sobre mi piel, y me susurra: El hechizo para tacones voladores es otro!
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